viernes, diciembre 23

Por falta de palabras en el equipaje


Cuantas veces ud ha leído una novela, cuento o escrito que después se vuelve realidad. Le puedo decir a ciencia cierta que lo dicho por Humberto Eco “todo está escrito”, es  verdad.
Imagine que hoy en la noche ud soñará algo que le sucederá en 4 años más, esto aparece en la novela “Pieza única” del escritor Serbio Mirolac Pavic, el personaje central es un vendedor de sueños del futuro. No es un producto de segunda mano como los sueños ya soñados en los que se interesaron, por ejemplo, Freud.

Los sueños futuros, aún no soñados, son una ventana abierta para conocer el destino sin la necesidad de brujos o adivinos. Si se los vendieran ud los compraría?. Yo compré uno.
Cuando llegue a Cali por primera vez, no sabía que una ciudad tan simple puede dar tantas sorpresas, debe ser por sus calles oscuras al atardecer y esa penumbra que envuelve el centro histórico donde me alojaba. La falta de luces y la lluvia pasajera, pero refrescante, lo hacen a uno recordar.

Me pasó con un sueño que tuve 4 años antes, como en la novela, sin embargo, mi historia sólo se asemeja hasta aquí, ya que lo sucedido después salta a otro libro. 

Haruki Murakami es un cuentista japonés, en uno de sus relatos escribe que en la esquina de una calle concurrida un hombre se cruza con la chica cien por ciento perfecta, su corazón palpita como si hubiera un temblor de tierra. En el momento no sabe que decir y se alejan para siempre. Con el miedo de que esto me sucediera me pregunté mil veces, ¿cómo empezaría la conversación?. Lo malo de ser forastero es no tener temas en común.  Lo bueno de las Colombianas es que ellas son capaces de iniciar las conversaciones y lo dejan a uno sin palabras, descolocado y con esa sonrisa de bobo que a uno lo apenan una vez que la chica se va.

Cuando lo pensé bien, fueron una lluvia de hechos desafortunados los que me llevaron a estar ahí, como diseñados por la brújula del azar, así como Cortazar describió en “Rayuela”, en que una pareja busca encontrarse eternamente bajo el milagro de la casualidad. 

Los viajes no lo preparan a uno para interactuar con personas que ya creemos conocer, ni para eventualidades choques con el destino, a veces llegamos a un lugar sin rumbo pero en tiempos equivocados. Habría sido mejor no haberla visto porque no soporto un encuentro tan breve.

Una vez que llegué a Chile, supe lo que le hubiera dicho…




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