No es un lugar común hablar de la gastronomía peruana, al
contrario, es un privilegio, más todavía si el viaje por esta capital es de
mesa en mesa.
La conocí el 94 y la redescubrí el 2011, de la mano de mis
dos sobrinos de 3 y 5 años. El primer lugar al que me llevaron fue a la
heladería Donofrio. Si ud no la conoce se ha perdido la mitad de su vida, es
una gelatería y pastelería con receta Suiza; para quien tenga alma de niño esta
es su primera parada.
Los departamentos de Miraflores, Surco y San Borja son los
más “bonitos y bien cuidados”, pero si quiere degustar el verdadero Perú vaya a
los mercados. Conozca los cientos de aromas y colores que tienen las variedades
de frutas, además de los 9 distintos tipos de papas, con los que se pueden
crear una infinidad de platos.
Como todo turista, veía las cosas con ojos de ignorante, por
lo que me llevaron a Larcomar. Una gran obra arquitectónica en medio de un
barranco, pero que ni con todas sus tiendas de lujo y sus luces puede comprarse
al “puente de los suspiros”, allí donde la Chabuca se inspiró, lugar obligado
para quien guste de la poesía o literatura.
Como ya dije, estaba con mis sobrinos, que para ellos el
plato más suculento y gourmet es un rico pollo asado, a regañadientes acepte el
menú para cenar, dejando de lado los ceviches y el suspiro limeño. Hasta ese
momento creía que era un plato común y corriente.
Estaba tan equivocado!!!, fue una de las mejores
experiencias del Perú. Ud no puede dejar la ciudad del Rimac sin probar un
pollo a las brasas, por nada, seria un pecado capital. Acá en Lima, no es sólo
el acto de poner el ave desplumada sobre el carbón, sino que es una ceremonia
que comienza con enternecer la carne al macerarla, aliñarla y amasarla previo
al fuego. Esto crea un sabor único e
irrepetible en cada local de pollos, dejando la firma de quien lo prepara.
Mi recorrido siguió por los dulces frente al palacio de
gobierno. Beber jarabe de algarrobina bajo la llovizna matinal de Lima. Beber
“Inca Kola”, pese a que el recuerdo del sabor de los 90 era mejor. Probar un
“beso de Moza” en el mercado atiborrado de colores.
Al final estos dos pequeños me llevaron a conocer la Lima gourmet que no aparece en las guías turísticas que escriben en inglés o francés…
Al final me fui de Lima...
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