lunes, diciembre 26

Lima, merendando como niño


No es un lugar común hablar de la gastronomía peruana, al contrario, es un privilegio, más todavía si el viaje por esta capital es de mesa en mesa.

La conocí el 94 y la redescubrí el 2011, de la mano de mis dos sobrinos de 3 y 5 años. El primer lugar al que me llevaron fue a la heladería Donofrio. Si ud no la conoce se ha perdido la mitad de su vida, es una gelatería y pastelería con receta Suiza; para quien tenga alma de niño esta es su primera parada.


Los departamentos de Miraflores, Surco y San Borja son los más “bonitos y bien cuidados”, pero si quiere degustar el verdadero Perú vaya a los mercados. Conozca los cientos de aromas y colores que tienen las variedades de frutas, además de los 9 distintos tipos de papas, con los que se pueden crear una infinidad de platos.
Como todo turista, veía las cosas con ojos de ignorante, por lo que me llevaron a Larcomar. Una gran obra arquitectónica en medio de un barranco, pero que ni con todas sus tiendas de lujo y sus luces puede comprarse al “puente de los suspiros”, allí donde la Chabuca se inspiró, lugar obligado para quien guste de la poesía o literatura.

Como ya dije, estaba con mis sobrinos, que para ellos el plato más suculento y gourmet es un rico pollo asado, a regañadientes acepte el menú para cenar, dejando de lado los ceviches y el suspiro limeño. Hasta ese momento creía que era un plato común y corriente.
Estaba tan equivocado!!!, fue una de las mejores experiencias del Perú. Ud no puede dejar la ciudad del Rimac sin probar un pollo a las brasas, por nada, seria un pecado capital. Acá en Lima, no es sólo el acto de poner el ave desplumada sobre el carbón, sino que es una ceremonia que comienza con enternecer la carne al macerarla, aliñarla y amasarla previo al fuego.  Esto crea un sabor único e irrepetible en cada local de pollos, dejando la firma de quien lo prepara.
Mi recorrido siguió por los dulces frente al palacio de gobierno. Beber jarabe de algarrobina bajo la llovizna matinal de Lima. Beber “Inca Kola”, pese a que el recuerdo del sabor de los 90 era mejor. Probar un “beso de Moza” en el mercado atiborrado de colores.
Al  final estos dos pequeños me llevaron a conocer la Lima gourmet que no aparece en las guías turísticas que escriben en inglés o francés…









Al final me fui de Lima...

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