Cada
experiencia que tenemos nos deja una huella, aunque a veces no las podemos ver,
sin embargo, hay personas que nos pueden mostrar siglos de enseñanza en su
piel, como tatuajes incrustados en las arrugas que agrietan el rostro. Este era
el caso de Don Cristóbal. El único habitante de Puerto Cristal.
Vivió
sólo durante 15 años junto al lago General Carrera, lo conocí hace dos y me di
cuenta que no sólo era un viejito bueno para conversar sobre su historia, sino
que representaba mucho de lo que me afecta.
Este
puerto ha sido el lugar más inhóspito al que he llegado, en plena Patagonia y
después de hora y media de navegar se puede llegar a un embarcadero destruido,
la ciudad en silencio y el viento que arremolina los árboles hacen compañía a Cristóbal
o “Piedrita Azul”, que era su apodo… Fue minero toda la vida y hasta hace algún
tiempo mantenía la ciudad en pie a la espera que algún día los habitantes de
Puerto Cristal volvieran por él.
Este pequeño hombre de no más de metro
cincuenta representa, para mi, el “Hombre Ilustrado” del cual escribió
Bradbury, nos dice que en los tatuajes del cuerpo, de ese hombre, se pueden ver
montañas y ríos, las cicatrices del tiempo, incluso se pueden escuchar
murmullos de voces; planetas estrellas y soles, se extienden en una vía láctea
dibujada sobre su pecho. El escritor
mexicano Alberto Ruíz Sánchez, dice que nada se sabe y nada sucede que no esté
escrito de ante mano sobre el cuerpo. Bastaba con ver su rostro para saber su
final.
Cristóbal murió solo, en el concepto de soledad que
ninguno de nosotros podemos imaginar, aislado, sin una persona que lo pudiera
ayudar, sólo las almas de sus compañeros que deambulan por la ciudad.
Al
entender que había muerto, justo antes de que volviera a verlo me vino a la
cabeza el cuento de Salvador Elizondo “la historia según Pau Cheng”. Donde un
Filosofo llamado Pau Cheng se internó por las calles de una ciudad, a través de
una ventana vio a un viejo sabio lanzar una bocanada de humo azul, era un
escritor, sobre la mesa estaban las páginas de un cuento, en él estaba escrito
que el viejo sabio era un recuerdo de Pau Cheng, el escritor tomó las páginas
de su cuento y leyó las palabras: “si ese hombre me olvida, moriré”…
Muchos
viajes nos llevan a conocer personas y personajes que a veces nada dejan o
si logran forjar una huellas en nuestra memoria, tienden a empolvarse tras la
postal de la naturaleza. Me encantaría
ser como el personaje “Fundes el memorioso”, escrito por Borges, un hombre que
era incapaz de olvidar.
… Si pudiéramos ver los tatuajes invisibles de nuestro cuerpo , no tendríamos pena…
Buen Artículo David, hablanos más de este personaje...
ResponderEliminares más grande el tatuaje de tu pitch en mí, por este siento que conozco más de Don Cristóbal, por eso siento que aquí falta mucho aunque hay cosas nuevas.
ResponderEliminarBonitas analogías.
Siento que no hay hombre grandes ni pequeños. Hay hombres.
no quería contar la historia de Cristobal, era más una reflexión, como catarsis...
Eliminargracias por los comentarios
http://www.youtube.com/watch?v=LXdQ7VFegXY
ResponderEliminaraquí pueden ver algo de don Cristóbal...